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Amor Propio

  • Writer: Elizabeth Narváez
    Elizabeth Narváez
  • Feb 19, 2021
  • 5 min read

En San Valentín celebramos el amor, pero pocos recuerdan durante esta fecha, la primera relación que deberíamos nutrir en nuestras vidas


RuPaul, madre de los Drag Queens, despide cada uno de sus programas con la frase “si no puedes amarte a ti misma, ¿cómo demonios vas a amar a alguien más?” Genial, ¿no?, así de sencilla y contundente deberíamos repetirla todo el tiempo.


A veces nos enfocamos tanto en otros que olvidamos por completo que la relación más importante que tenemos que trabajar es esa con nosotras mismas y que al igual que cualquier otra, le debemos tiempo y espacio en nuestras vidas.


Hace unos días fue el día de San Valentín y las redes desbordaban con demostraciones de afecto principalmente entre parejas y otras tantas entre amigos y familiares. Aunque para mí siempre ha sido una fecha para recordar a mis amigos, este año quise enfocarme en el amor propio y en vez de mirar amargamente cada publicación que salía en mi Instagram, decidí por el contrario consentirme con comida y publicar por mi parte algo relacionado con el amor propio. Hasta ahora ha sido la historia publicada con más reacciones.


Hacerme comidas especiales a manera de celebración se convirtió en una forma consiente de mostrarme amor, una que adopté después de sesiones de terapia en las que se me hizo evidente cómo me había maltratado en el pasado… en más de una ocasión. Para mí fue en parte un shock darme cuenta cómo no me tenía en tan alta estima como yo pensaba, a pesar de haber pasado por pretenciosa la mitad de mi vida cuando contestaba “lo sé” a cualquier halago.


Recientemente me di cuenta que no es solo importante demostrar este amor con palabras -como cada vez que me pongo frente a un espejo, sino con nuestras acciones. Esto lo escribo específicamente porque para mí fue tricky notar esas veces en las que me irrespetaba porque también tenía confianza en mí misma, me consentía y generalmente me trataba bien. Entonces cuando me surgía una duda sobre si me estaba maltratando de alguna manera, al final la desechaba porque “generalmente” me trataba bien.


Práctica constante

El amor propio viene desde los actos diarios que nos ayudan a mantener la consistencia entre lo que decimos y hacemos. Para mí por ejemplo es importante, y ahora lo sé, mantener las promesas que me hago a mí misma, así como aprender de mis errores y aunque esto suene cliché es casi un deber porque la contraparte es calarme mis propios regaños después de haber cometido errores que se supone ya había dejado atrás. Funciona para el amor y la vida en general.


El amor propio también es cumplir con compromisos personales, esos que son solo para nosotras, es apartar tiempo para hacer eso que nos gusta, hacernos un jugo limpiador en las mañanas, llamar a una amiga, descansar ocho horas, alejarse de personas tóxicas, cancelar esa cena a la que no quieres ir, decirle a la persona con la que sales lo que quieres y necesitas teniendo en cuenta que tus necesidades son tan importantes como las de la otra persona; decirle a tus amigos y familia lo que quieres y necesitas, en fin, tenerte la misma consideración que le tendrías a tu mejor amiga, además del mismo respeto.


Desarrollar el amor propio es una práctica constante, una relación que se debe cuidar mucho más que el resto de nuestras relaciones porque al final, solas nacemos y solas nos vamos. Ser capaces de poner límites sanos y saber decir “no” resulta una de las cosas más difíciles para las mujeres de hoy, sobre todo porque hay una concepción errada de que “el amor todo lo aguanta” y no.

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MI día especial

Mis cumpleaños son muy especiales para mí. Siempre me ha gustado pasarla rodeada de mis amigos y la gente que me quiere, pero ellos distan bastante ahora de lo que eran en Venezuela. Allá está mi mamá, la que nunca falla, con ella allí yo no planeaba nada, solo decía lo que quería y pues, lo tenía, pero ahora que soy una adulta responsable (ja!) me hago cargo de mis propias necesidades.


Para mi cumpleaños número 30 quería globos, torta, restaurante y parranda, así que me compré globos, reservé en un restaurante y en un club para bailar y le pedí a una amiga que me hiciera un tiramisú. Fue de los mejores cumpleaños de mi vida. Todo lo que quería lo tuve porque me lo pedí a mí.


Desde ese cumple hace dos años, la tradición es la misma. Mis amigos esperan con ansias mi celebración porque en realidad es muy divertida y hay mucho baile, pero yo lo espero porque es la celebración de mi nacimiento y es un día especial donde todo lo que quiera, por ese día, lo tengo, pero lo tengo porque yo misma me lo doy y déjenme decirles que hay algo muy bonito en esa sensación de proveer para mí misma.


Hay mujeres a las que sus hijos les dan la fuerza que requieren a diario, otros se inspiran por una persona especial o su trabajo soñado, pero la lección que me he llevado en estos años es que si por alguna razón no tienes o te fallan una de las de arriba, hacerlo por una misma siempre va a ser una razón tan válida y poderosa como cualquiera de las anteriores y debería hacerse con el mismo amor, aprecio y ganas como si lo hicieras por otros.


Mi soledad y yo

Para mí resulta muy fácil acostumbrarme a estar sola, pero al mismo tiempo es algo de lo que me quejo constante y apasionadamente con mis amigas y es que a veces la soledad se vuelve tan grande como el lugar donde vivo y me deja poco espacio de sanidad mental. A veces incluso pienso que es una parte de mi vida que vine a trabajar a esta, estar sola y estar bien con eso. Por eso ahora mismo estoy enfocada en alcanzar la plenitud en soledad hasta donde la sanidad mental me permita.


No podemos ser islas niñitas, necesitamos de los demás así sea por mera compañía, pero si no nos sentimos bien con nosotras mismas, si no nos caemos bien por lo menos, es difícil pensar que seremos capaces de ofrecer un amor sano a los demás, porque ahí justo está el detalle, puede ser amor sin duda, pero ¿qué tan sano es?


A veces me atormento pensando en el día en que llegaré a una casa que no esté vacía, pero estoy tan segura de que esta soledad es temporal que trato de disfrutarla y usarla para crecer porque lo más lucrativo que podemos hacer con nuestro tiempo y dinero es precisamente invertirlo en nosotras. Así que mientras mi alma gemela me encuentra, decido enfocarme en mí, en mejorar mis fallas y celebrar cada logro porque llegará el día en el que, por el contrario, añoraré esa soledad que hoy tanto me pesa.



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